Chacho Coudet en la MLS: fútbol, peinados y una historia que nadie cuenta
- ZonaMLS
- 16 jul
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Actualizado: 18 jul
Antes del DT, hubo un jugador que pasó por Estados Unidos con más personalidad que partidos
Si uno piensa en Eduardo “Chacho” Coudet, se le viene a la cabeza un mediocampista carismático, con guapeza, buen pie y una cabeza llena de ideas, dentro y fuera de la cancha. Algunos lo asocian a Rosario Central, otros a River, y los más actuales lo tienen como un DT eléctrico, intenso y verborrágico.
Pero pocos recuerdan que en 2010, el Chacho fue jugador de la MLS. Sí, jugador. No DT, ni comentarista, ni influencer del fútbol. Jugador. Y si bien su paso por Estados Unidos fue breve, dejó una estampa que, como todo lo que hace, no pasó del todo desapercibida.
En 2010, la MLS estaba en pleno crecimiento. Había comenzado a atraer más talento sudamericano, y ese año, el Philadelphia Union debutaba como franquicia en la liga. El equipo necesitaba referentes, experiencia, alguien que le diera identidad al mediocampo.

Ahí apareció Chacho, ya con 35 años y con más kilómetros que muchos aviones.
Llegó con su clásico look despeinado, medias bajas y ese andar de jugador que parece que camina pero juega a otra velocidad mental. Firmó contrato en julio de 2010 y jugó apenas 9 partidos en toda la temporada. No marcó goles, pero dejó asistencias, pisadas, tacos y, sobre todo, presencia. Porque si hay algo que el Chacho no sabe hacer, es pasar inadvertido.
No fue su mejor versión física. Los años pesaban. Pero su visión de juego y su lectura táctica seguían intactas. En una liga aún en desarrollo, se notaba que estaba un paso más adelante en lo conceptual. Tocaba y se movía, hablaba con los pibes, marcaba los ritmos del equipo. Pero claro, no era fácil: el Union era un equipo nuevo, sin rodaje, sin química. Y Coudet estaba más cerca del retiro que de la plenitud.
“Me gustaba la idea de jugar en un lugar distinto, otra cultura. Pero ya sabía que era el final”, declaró alguna vez.
En Estados Unidos sorprendió tanto por su forma de jugar como por su manera de ser. El Chacho hablaba fuerte, se reía en medio del partido, discutía con el árbitro, y le daba indicaciones al arquero... aunque no fuera el capitán. Una especie de showman argentino en tierra de protocolo. Para algunos, un personaje. Para otros, un crack incomprendido. Para él, simplemente ser Chacho.
Después de esos 9 partidos, Coudet se fue. Sin ruido, sin conferencia de prensa emotiva, sin aplausos de pie. Su paso por la MLS fue como una película independiente: pocos la vieron, pero los que lo hicieron, no la olvidan.
No ganó títulos. No fue MVP. No cambió la historia de la liga ni del equipo. Pero dejó lo suyo. Esa mezcla de fútbol y chispa, de irreverencia y talento. Algo que solo los verdaderos personajes del juego pueden aportar. No todas las historias necesitan tener un final de película para ser valiosas. A veces alcanza con saber que alguien estuvo ahí, que fue parte, aunque sea por un ratito. Que ayudó a construir algo, aunque su nombre no quede grabado en ninguna estatua. Y si encima se trata de alguien como el Chacho, que nunca fue indiferente a nada ni a nadie, entonces vale más.
Mientras hoy lo vemos gritar en los bancos de suplentes, con su buzo ajustado y su libreta en mano, cuesta imaginar que alguna vez fue número 10 en la MLS. Pero lo fue. Porque Coudet no vino a romper récords. Vino a ponerle un poco de alma al show.
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