Gonzalo Higuaín en la MLS: el día que el fútbol le dio un respiro
- ZonaMLS
- 18 jul
- 3 Min. de lectura
De los silbidos a la paz. Así fue el último capítulo de una carrera marcada por la intensidad
Pocos jugadores en la historia reciente del fútbol argentino cargaron tanto con la mochila de la exigencia como Gonzalo Higuaín. Real Madrid, Napoli, Juventus, la Selección, finales, goles, memes, títulos, frustraciones. Siempre en el ojo del huracán.
Y sin embargo, fue en un lugar inesperado donde encontró algo más difícil de conseguir que un campeonato: calma.
En 2020, Pipita llegó al Inter Miami, una franquicia recién nacida en la MLS, propiedad de David Beckham. Muchos pensaron que era un retiro con buena paga. Pero lo que nadie imaginó fue que esa etapa lo reconciliaría con el fútbol, con su imagen, con su historia.

Su llegada fue de alto impacto. Primer fichaje estrella del club. Fotos con Beckham. Videos de bienvenida. El fichaje más mediático de la liga en años. Pero el comienzo no fue fácil.
En su debut erró un penal, discutió con rivales, se lo vio frustrado. Parecía que la película iba a repetirse: expectativas altas, presión, críticas. Pero esta vez, algo cambió.
“Al principio venía con esa locura competitiva que siempre tuve. Pero después entendí que podía disfrutar también”, diría tiempo después.
En sus primeros partidos, se lo veía molesto. Protestaba, gesticulaba, parecía jugar con bronca. Pero con el correr del tiempo, fue bajando un cambio. Cambió el ritmo, se involucró más en el equipo, empezó a hablar con los jóvenes. Se transformó en un líder distinto.
No fue el Pipita letal de Napoli, ni el de los récords en la Juventus. Pero sí fue un jugador más humano, más liviano, más sereno. Jugó 70 partidos y convirtió 29 goles. En su última temporada (2022) fue clave para que el equipo clasificara a los playoffs. Se despidió marcando goles, ovacionado y en paz.
Cuando anunció su retiro, muchos se sorprendieron. Tenía cuerda para seguir. Pero fue él quien eligió parar. Y por primera vez en mucho tiempo, la noticia se recibió con cariño.
La MLS —esa liga que para muchos es menor— le devolvió algo que en Europa y en Argentina se le había negado: afecto sin condiciones.
“Me retiro feliz. Me voy entero, agradecido con esta etapa que me permitió reencontrarme con la pasión por jugar”, dijo entre lágrimas.
Higuaín no necesitaba demostrar nada. Había jugado en los mejores clubes del mundo, había hecho más de 300 goles como profesional, había vestido la celeste y blanca en tres finales. Lo había dado todo. Pero le faltaba algo: cerrar la puerta sin que se la cierren. Decidir por sí mismo. Sonreír.
En Inter Miami no se consagró campeón, no rompió récords, no fue el mejor de la liga. Pero fue él mismo, sin tantos flashes ni presiones. Y eso, para un jugador que vivió en el centro del huracán durante más de una década, vale oro.
Esta no es una historia de hazañas, es una historia de redención tranquila. No es el cuento de un héroe, sino el de un tipo que supo cuándo decir basta, y cómo hacerlo con dignidad.
Y por eso, aunque a muchos les pase desapercibido, el paso de Gonzalo Higuaín por la MLS fue una victoria silenciosa. De esas que no salen en los titulares, pero que marcan el alma.
Comments