Guillermo Barros Schelotto: el argentino que encendió la MLS
- ZonaMLS
- 16 jul
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Actualizado: 18 jul
Antes de ser DT, antes de las luces… fue leyenda en Columbus
En abril de 2007, Guillermo Barros Schelotto, uno de los máximos ídolos en la historia de Boca Juniors, hizo las valijas y se fue a Estados Unidos. En Argentina fue una bomba. Muchos pensaron que iba a retirarse, que era una movida para estar tranquilo, vivir bien, tal vez patear algunas pelotas y poco más.
Lo que nadie sabía, ni siquiera él, es que estaba por convertirse en uno de los jugadores más importantes de la historia de la Major League Soccer. Guillermo no fue solo a jugar: fue a hacer historia en una liga que necesitaba referentes, ídolos que encendieran pasiones en una tierra donde el fútbol aún pedía permiso.
Barros Schelotto llegó a la MLS con 34 años y una carrera llena de gloria. En Boca había ganado 16 títulos, entre ellos seis torneos locales, cuatro Libertadores, dos Sudamericanas y la Intercontinental. Era querido, respetado, adorado. Podía haberse quedado un año más, tal vez retirarse ahí, pero eligió algo distinto.

Eligió lo imprevisible. Eligió Columbus Crew.
Un equipo humilde, de una ciudad sin grandes flashes, que en ese momento no figuraba en la elite de la liga. Pero con él todo cambió. No de un día para el otro, pero sí con una constancia y un fuego que convirtieron a Columbus en campeón.
En su primera temporada (2007), ya mostró destellos. Asistencias, visión de juego, personalidad. Pero fue en 2008 donde se desató el fenómeno:
Fue el líder absoluto del equipo.
Marcó 7 goles y dio 19 asistencias.
Llevó a Columbus Crew a ganar la MLS Cup, la primera de su historia.
Fue elegido MVP de la temporada y MVP de la final.
Video MLS
“Guillermo no solo mejoró a su equipo. Mejoró a toda la liga. Lo que hizo fue enorme”, dijeron sus propios compañeros. Ese año, la MLS entera miró a Columbus, un club que nadie tenía en el radar. ¿Por qué? Porque había un argentino que hacía magia.
Barros Schelotto no fue un jugador más. Fue distinto. Tenía potrero, picardía, clase. Ese combo que en Estados Unidos no se veía tanto. Se reía en la cara del defensor que lo marcaba, ponía una pausa que dejaba al arquero mirando el cielo y sacaba centros con la precisión de un cirujano. Pero además, hablaba con el cuerpo técnico, con los chicos de prensa, con el utilero. Era líder natural, de esos que no necesitan gritar para que todos escuchen. Y en una liga en construcción, su presencia fue faro
Guillermo jugó en Columbus Crew hasta 2010. Fueron cuatro temporadas, más de 100 partidos, 38 asistencias y un legado imborrable. Los hinchas lo aman. Literalmente.
En 2011, el club organizó una despedida especial. En 2017, cuando Columbus temía perder su franquicia, los fanáticos salieron a las calles con pancartas que decían: “Save the Crew — Héroes como Guillermo nos dieron identidad”.
“Acá vine a jugar. Me encontré con una familia. Nunca me sentí tan respetado como persona y como jugador como me sentí en Columbus”, dijo alguna vez el propio Barros Schelotto.
Después de su paso como jugador, el mellizo volvió a la MLS como entrenador. En 2017 dirigió a Boca, y luego recaló en LA Galaxy en 2019. Fue una especie de “círculo completo”. Regresó como DT a la liga que lo vio renacer, esta vez para liderar desde otro lugar. No le fue tan bien en resultados, pero su figura nunca dejó de pesar.
Además, su historia sirvió de puente. Porque gracias a referentes como él, la MLS dejó de ser vista como una “liga de retiro” para los argentinos. Y empezó a ser vista como un espacio competitivo, con estructura, y lleno de posibilidades.
Hablar del paso de Guillermo Barros Schelotto por la MLS no es solo hablar de estadísticas. Es hablar de alguien que llevó el alma argentina a un país que todavía no la conocía. Que enseñó que jugar bien no es correr más, sino entender el juego. Que mostró que el fútbol no necesita traducción. Y por todo eso, su historia en Estados Unidos no puede pasar desapercibida.
Hoy, la MLS brilla con Messi, con Redondo, con chicos de 20 años que llegan directo desde el fútbol argentino. Pero todo eso fue posible porque hubo tipos como Guillermo. Tipos que se animaron cuando nadie iba. Que ganaron, gustaron y dejaron huella.
Columbus no es Barcelona, ni New York, ni Los Ángeles. Pero ahí, en el corazón del estado de Ohio, Guillermo Barros Schelotto es eterno.
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